La Conejita Que No Quería Dormir
Video Transcript
Bienvenidos al canal Cuentos Aventuras Naranja.Hola, soy Lunita, la conejita que no quería dormir. ¿Alguna vez se han preguntado qué pasa en el bosque cuando todos se van a la cama? Pues yo lo descubrí y fue mágico.
¿Creen que las luciérnagas bailan por la noche? Acompáñenme y lo sabrán.
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Si te gustó esta historia, no te vayas sin compartirla con tus amigos para que ellos también sueñen bonito esta noche. Hasta la próxima historia.
Vamos allá. Había una vez en un rincón muy tranquilo y verde del bosque una pequeña coneja blanca que se llamaba Lunita.
Tenía unas orejas largas y suaves como pétalos de algodón, una naricita rosada que se movía sin parar y unos ojitos redondos que brillaban como estrellas cuando algo la emocionaba.
Lunita vivía con su mamá, su papá y sus tres hermanitos, Copito, nube y tambor, en una madriguera acogedora, cabada bajo un viejo roble que olía a tierra húmeda y corteza dulce.
Por dentro, la madriguera era como un hogar de cuento. Las paredes estaban cubiertas de ramas trenzadas con flores secas.
El suelo tenía alfombras de hojas suaves y había estantes llenos de cuentos ilustrados y juguetes hechos con ramitas, piñas y bellotas.
Pero había un pequeño problema. Lunita no quería dormir por las noches.
Cada vez que el sol se escondía detrás de las colinas violetas y el cielo se teñía de naranja, mamá coneja preparaba la rutina, una canción de cuna, un beso en la frente y una suave caricia en la panza. "¡Hora de dormir, mis conejitos", anunciaba mamá con su voz dulce mientras cubría a cada uno con una manta tejida por la abuela coneja.
Copito bostezaba largo y ruidoso. Nube se enroscaba como una bolita de algodón.
Tambor daba unos golpecitos con su patita antes de cerrar los ojos, pero Lunita nada. "Pero mamá, no tengo sueño", protestaba brincando sobre su almohada como si fuera un trampolín.
"Es importante descansar, mi amor", respondía mamá pacientemente. "Mañana querrás correr por los prados, recoger flores silvestres y jugar con las mariposas. Pero yo quiero seguir jugando ahora", insistía Lunita cruzando sus patitas con cara de traviesa.
Cada noche Lunita encontraba una nueva excusa para no dormir. Una noche decía que su almohada olía raro. Otra noche aseguraba que su manta tenía un nudo misterioso que se movía solo. Incluso llegó a decir que la luna la miraba con un ojo gigante y le hablaba en secreto.
Mamá coneja, con su infinita ternura, le contaba cuentos, le ofrecía una taza tibia de leche de diente de león con miel y le cantaba canciones con su voz suave como brisa.
Pero nada funcionaba. A la mañana siguiente, Lunita siempre amanecía con las orejas caídas, bostezando a cada paso y sin ganas de saltar ni correr.
Una noche, mientras Lunita daba vueltas y vueltas sobre su almohada de musgo, mamá coneja se sentó a su lado, la cubrió con una mantita y le preguntó con cariño. Lunita, ¿por qué no quieres dormir?
La pequeña suspiró bajando su mirada. Es que si duermo me voy a perder la noche. Quiero saber qué hacen los búos, a dónde van los murciélagos, si las estrellas bailan o si las luciérnagas tienen fiestas secretas.
Mamá coneja sonrió y sus bigotes se movieron como si escondieran un secreto. Entonces dijo, "Muy bien, esta noche, si de verdad lo deseas, vamos a descubrir qué ocurre cuando todos duermen."
Lunita abrió los ojos. "¿En serio? Vamos, vamos." Salieron de la madriguera despacito, sin despertar a los demás. Afuera la noche era mágica. El cielo era un manto oscuro lleno de puntitos brillantes.
La luna colgaba como una lámpara plateada y el aire olía a flores nocturnas y rocío fresco. Todo el bosque parecía diferente.
Los árboles susurraban con el viento. Las hojas crujían al paso lento de los animalitos nocturnos y una sensación de misterio flotaba por todas partes.
Primero encontraron a don Buúo posado muy serio en la rama más alta de un abeto. Buena noche, lunita", dijo con voz grave. Estoy vigilando el bosque y buscando mi cena. No duermes, don Búo.
Oh, no. Yo soy un ave nocturna. La noche es mi día y cada sombra me cuenta un secreto. Lunita lo miró con asombro.
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¿Cómo podía ver tamban bien en la oscuridad? Siguieron caminando y pasaron junto a un lago. Ahí vieron un torbellino de alas oscuras.
Eran murciélagos que volaban en círculos jugando entre ellos. Uno de ellos descendió cerca de Lunita. Hola, Lunita. Estamos jugando a cazar frutas voladoras.
Es nuestro momento favorito. ¡Qué divertido! Exclamó la conejita. Yo también quiero volar. Los murciélagos rieron con chillidos agudos y siguieron su vuelo.
Un poco más adelante, en un claro del bosque, vieron algo maravilloso. Un baile de luciérnagas brillaban como diminutas estrellas vivas, encendiéndose y apagándose al ritmo de una melodía secreta que solo ellas conocían.
¡Wow!", susurró Lunita. "Es como un cielo en miniatura. Cada noche lo hacemos para celebrar que brillamos", le dijo una luciérnaga con voz chispeante.
"Pero solo los que están despiertos lo ven." Luego Lunita ya no brincaba tanto. Sus ojitos estaban más lentos, sus pasos eran más cortos y su nariz ya no se movía con tanta energía.
"Mamá", dijo con voz somnolienta. "Creo que me está dando sueñito." Mamá coneja la cargó entre sus brazos, envolviéndola en su mantita.
Viste, mi amor, ya conociste la magia de la noche, pero tú eres una conejita de día. Tu verdadera magia ocurre cuando sueñas.
De regreso a casa, Lunita se durmió en el camino con una sonrisa en los labios. Soñaba que volaba con murciélagos sobre la estrellas, que bailaba con luciérnagas y que Don Buúo le contaba cuentos secretos del bosque.
Desde esa noche, cada vez que mamá coneja decía, "Hora de dormir, mis conejitos!" Lunita corría a su camita feliz, se tapaba hasta las orejitas y cerraba los ojos con ilusión, sabiendo que en sus sueños la aventura nocturna podía continuar.
Y lo mejor de todo era que no se perdía nada, porque lo que el día no le mostraba el mundo de los sueños se lo regalaba. Colorín colorado, este cuento se ha terminado. Y así terminó la aventura nocturna de Lunita, la conejita curiosa que descubrió la magia de los sueños.
Si te gustó esta historia, no te vayas sin compartirla con tus amigos para que ellos también sueñen bonito esta noche. Hasta la próxima historia.
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